5/25/2013

CUANDO MARÍA NO SABÍA QUE ERA LA VIRGEN. María.



Ya en el siglo IV, algunos Padres de la Iglesia amonestaban a los cristianos para que no se divinizase la figura de María porque ella «era el templo de Dios, y no el Dios del templo» (San Ambrosio, El Espíritu Santo ,III, 78-80). 

No obstante estas advertencias, los predicadores no tuvieron freno en el pasado a la hora de alabar y exaltar a la virgen. Abusando de la expresión atribuida a Bernardo de Claraval: -De María no se habla nunca dernasiado-, a los predicadores les faltó el pudor de callar. 

La muchacha de Nazaret, que había proclamado que el Señor «derriba del trono a los poderosos» (Lc 1,52), ha llegado a ser repetidamente entronizada y coronada como reina, con coronas de retórica que le han deformado la figura. «La sierva del Señor» (Lc 1,38) ha sido llamada «Reina del cielo», atribuyendo a la virgen por excelencia el título que en la Biblia se le dio a la licenciosa Astarté (Ishtar), diosa del amor y de la fertilidad (Jr 7,18). 

Los innumerables títulos y privilegios, añadidos uno a otro durante siglos, han terminado por sepultar a la madre de Jesús bajo un cúmulo de detritos piadosos que ha impedido ver lo que María era, cuando todavía no sabía que era la Virgen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario