5/25/2013

CUANDO MARÍA NO SABÍA QUE ERA LA VIRGEN. La cruz de María.



Todo el pueblo habla de ello: el hijo de María y de José se ha vuelto loco. 

Jesús en poco tiempo ha conseguido disgustar a todos (De hecho, tampoco su gente le daba su adhesión-(Jn 7,5) y a enemistarse con todos. 

Con su enseñanza, “el hijo del carpintero” (Mt 13,55) ha demolido la teología de los escribas, que han denunciado rápidamente a Jesús como un blasfemo y un hechicero -poseído por un espíritu inmundo» (Mc 3,22) que “expulsa los demonios con el poder del jefe de los demonios» (Mc 3,22). 

Jesús, que ha llamado a su seguimiento a la escoria de la sociedad y “come con recaudadores y descreídos» (Mc 2,16), ha conseguido, al mismo tiempo, tanto escandalizar a los fariseos conservadores como alarmar a los disolutos herodianos que ahora, aliados entre sí, se han puesto de acuerdo “para acabar con él» (Mc 3,6). 

Es demasiado para el clan familiar de Jesús, que viene de Nazaret con un propósito bien determinado: “Al enterarse los suyos se pusieron en camino para echarle mano, pues decían que había perdido el juicio» (Mc 3,21). 

Cuando le dicen a Jesús: “Oye, tu madre y tus hermanos te buscan ahí fuera» (Mc 3,32), su respuesta es como la espada de dos filos que penetra hasta lo más profundo del corazón para discernir los sentimientos: -¿quiénes son mi madre y mis hermanos? Y paseando la mirada por los que estaban sentados en corro en torno a él, añadió: “Mirad a mi madre y a mis hermanos. Cualquiera que cumpla el designio de Dios, ése es hermano mío y hermana y madre». 

Y María debe elegir. 

Comprende que ahora la intimidad con Jesús está garantizada no tanto por el hecho de ser su madre (“¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!”), sino por convertirse en su discípula (“Mejor: ¡dichosos los que escuchan el mensaje de Dios y lo cumplen!”, Lc 11,27-28). 

Y María inicia aquella transformación que la llevará de ser madre de Jesús a convertirse en su discípula, siguiéndolo hasta la cruz, donde el evangelista no presenta una madre que sufre por el hijo crucificado, sino la discípula que acepta compartir la suerte del maestro: “Estaba presente junto a la cruz de Jesús su madre  (Jn 19,25). “

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