5/31/2013

EL TENTADOR DE JESÚS. Pedro.



Jesús había invitado a Simón Pedro a ser pescador de hombres (Mt 4,19) y, sin embargo, Pedro ha sido el único discípulo en ser pescado por el Señor, el único al que Jesús ha debido repetir el reproche: "¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?” (Mt 8,26; 14,31). 

La reprensión de Jesús se debe no tanto al fallido intento de Pedro de caminar sobre el agua, cuanto a haber puesto en duda su identidad divina. 

El Señor había tranquilizado a los discípulos que, viéndolo caminar sobre el mar, creían ver un fantasma: “¡Ánimo, soy yo!” 

A pesar de que Jesús se había dado a conocer a los discípulos como el Dios de Israel (“Yo soy”, Éx 3,14), Pedro no se fía y se vuelve al Señor con una expresión de desconfianza (“Señor, si eres tú”, (Mt 14,28), semejante a la pronunciada por el diablo en el desierto (“Si eres Hijo de Dios”, (Mt 4,3.6). 

Mediante este recurso literario el evangelista lleva a identificar en Simón al tentador de Jesús. De hecho, Pedro es la única persona a quien Jesús llama “Satanás” (Mt 16,23) porque, como el diablo, trata de desviarlo de sus planes. 

La única vez que, en el evangelio de Mateo, Simón Pedro es representado de modo positivo, lo es solamente por breves instantes y ni siquiera por mérito propio, sino de Dios que lo ha inspirado. 

Dado que sobre la identidad de Jesús hay una confusión muy grande (hay quien lo toma por Juan el Bautista, quien por el profeta Elías o Jeremías), el Señor quiere saber si, al menos, sus discípulos tienen las ideas claras. Simón Pedro diciendo: “Tu eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo» (Mt 16,16) responde por todos. 

Jesús había sido ya reconocido por los discípulos como “Hijo de Dios» (Mt 14,33); ahora Simón Pedro añade que la característica de este Dios es ser el”vivo”, el Dios que comunica vida. 

Jesús, incluso apreciando la respuesta del discípulo, capaz de estar en sintonía con Dios (“eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre del cielo», (Mt 16,17), se vuelve a Simón llamándolo -hijo de Jonás- (Mt 16,17). 

Jonás es el único profeta que había hecho lo contrario de lo que Dios le había pedido. 

Enviado por Dios a predicar la conversión a la ciudad pagana de Nínive, Jonás tomó la dirección opuesta: “Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor» (Gn 1,3). 

Definiendo a Simón “hi]o de Jonás”, Jesús describe el itinerario de este discípulo: testarudo como Jonás, irá contra la voluntad de su Señor, pero al fin, como el profeta, se convertirá. 

Por esto, no obstante los límites de Simón Pedro, Jesús lo declara idóneo para la construcción de su comunidad: "Ahora yo te digo: “Tú eres Piedra, y sobre esa roca vaya edificar mi comunidad” (Mt 16,18).
En su respuesta Jesús utiliza para Simón el término griego que indica una piedra que puede ser usada para la construcción.

La traducción latina de esta perícopa “.Tu es Petrus, et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam”) llegó a identificar los términos “pedro” y “piedra” como género masculino y femenino del mismo nombre. En el texto griego el término petros, usado por Simón es nombre común con el que se indica una piedra que se puede recoger o lanzar (2 Mac 1,16; 4,41) y puede utilizarse para la construcción de una casa. La iglesia de Jesús se edifica sobre la Piedra que significa la roca sólida sobre la cual se puede construir con seguridad (“Todo aquél que escucha estas palabras mías y las pone por obra se parece al hombre sensato que edificó su casa sobre roca» [en griego, petrarú, (Mt 7,24). 

La Iglesia de Jesús será edificada sobre la roca que es el Señor mismo (“Esta roca era Cristo», 1 Cor 10,4).
Todos aquellos que, como Simón Pedro, reconocen en Jesús “el Hijo del Dios vivo” son las “piedras vivas» (1 Pe 2,5) con las que se edifica la comunidad cristiana. 

Ahora que los discípulos han comprendido finalmente la identidad de su maestro, “Jesús empezó a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén, padecer mucho a manos de los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar al tercer día» (Mt 16,21). 

Jesús anuncia que su subida a Jerusalén no será en plan de triunfo, como ellos había esperado, sino de fracaso. 

Su muerte será obra del sanedrín, máximo órgano jurídico y religioso de Israel, compuesto por “los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas». 

Al oír esto, Simón, declarado hacía poco "dichoso» por el Señor, porque estaba inspirado por el Padre, reacciona contra Jesús como un “Satanás”.

Como el profeta Jonás no estaba de acuerdo con los proyectos de su Dios, así Pedro comienza una oposición a su Señor que culminará en la traición: “Pedro lo tomó aparte y empezó a increparlo”. '¡Líbrete Dios, Señor! ¡No te pasará a ti eso!'. (Mt 16,22). 

Habiendo reconocido en Jesús al -Hijo del Dios vivo», Pedro no comprende y no acepta que, para transmitir la vida, el Mesías deba encontrar la muerte. 

Pedro increpa a Jesús como el Señor increpa a los demonios (Mt 17,18), porque para él el itinerario de Jesús no es el de Dios. 

“Pero Jesús, se volvió y dijo a Pedro: ¡Vete! ¡Quítate de en medio, Satanás! Eres un tropiezo para mí, porque tu idea no es la de Dios, sino la humana» (Mt 16,23). 

Jesús reacciona contra Pedro con las mismas palabras usadas con el tentador en el desierto: “vete, Satanás” (Mt 4,10), porque Pedro se muestra como el adversario, contrario al plan de Dios. 

De piedra apta para la construcción de la comunidad, Pedro se convierte en piedra de escándalo (palabra griega con la que se indica una piedra que hace tropezar). Pero si Jesús demuestra hacia Satanás un rechazo total (“¡Vete!»), a Simón Pedro le ofrece una ulterior posibilidad y, por esto, añade: “Ponte detrás de mí”, invitando al discípulo a ocupar el puesto que le toca: es él quien debe seguir a Jesús y no al contrario. 

Jesús renueva a Simón la propuesta que le hizo cuando, junto al hermano Andrés, lo invitó a seguirlo: “Veníos en pos de mí» (Mt 4,19). 

Simón re emprende el seguimiento de Jesús, pero continuando en su papel de tentador del Mesías.

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