La
última vez que, en el evangelio de Juan, es mencionado Simón con el sobrenombre
de “Pedro .. será también la última en la que se portará de modo opuesto a la demanda
de Jesús.
Escribe
el evangelista que “era la tercera vez que se manifestó Jesús a los discípulos
después de levantarse de la muerte” (Jn 21,14).
Entre Jesús
y Simón queda una cuenta pendiente que ahora el Señor quiere normalizar.
“Cuando
acabaron de almorzar, le preguntó Jesús a Simón Pedro: -Simón de Juan, ¿me
amas más que éstos?” (Jn 21,15).
Simón no
esperaba estas palabras.
Jesús
recuerda a Simón
que es el “hijo de Juan»: había tratado de ser discípulo de Jesús, pero,
por dentro, había seguido siendo discípulo del Bautista.
Y Jesús
le pregunta si lo ama más que los otros discípulos.
Simón no
puede responder que lo ama más que los otros, porque ha sido el único en negarlo.
Jesús
le ha preguntado
si lo “ama” y Simón Pedro, recurriendo una vez más a su astucia, responde
descaradamente: “Señor, sí, tú sabes que te quiero» (Jn 21,16).
Mientras
que Jesús le ha preguntado al discípulo si tiene un amor capaz de hacerse
don gratuito, él ha respondido que lo quiere, un afecto que denota amistad.
De cualquier
modo, Jesús acepta la respuesta del discípulo y lo invita a procurar vida
a los otros: “Apacienta mis corderos» (In 21,15).
Pero Pedro
no ha respondido a Jesús y el Señor vuelve a la carga una segunda vez repitiendo
la pregunta: “Le preguntó de nuevo por segunda vez: “Simón de Juan, ¿me amas?” (Jn
21,16).
Esta vez
Jesús ha evitado todo parangón con los otros discípulos y se ha limitado
a preguntar a Simón si lo «ama».
Pedro
no comprende a dónde quiere llegar Jesús y así le repite por segunda vez
que lo .. quiere» (Jn 21,16).
Y el evangelista,
recordando las tres veces que Pedro ha renegado de Jesús, escribe: “La tercera
vez le preguntó: “Simón de Juan, ¿me quieres?” (Jn 21,17).
Por dos
veces ha preguntado Jesús a Simón si lo ama y otras tantas Pedro ha respondido
que lo “quiere”. Esta tercera y última vez Jesús le pregunta si lo “quiere”.
Todo se
le derrumba.
“Pedro
se puso triste, porque la tercera vez le había preguntado: “¿Me quieres?”, y le
respondió: “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero» (Jn 21,17).
El discípulo
que presumía de conocerse mejor que su maestro, finalmente admite que Jesús lo
conoce todo.
La palabra
del Señor “viva y enérgica, más tajante que una espada de dos filos» golpea a Pedro,
quien comprende que -no hay criatura que escape a la mirada de Dios» (Heb 4,12.13).
Jesús
quebranta los sueños
de gloria de Pedro y le anuncia que tendrá su mismo fin ““extenderás los brazos”), Solamente después de
haberle indicado “con qué clase de muerte iba a manifestar la gloria de Dios»,
lo invita finalmente a seguirlo: “y dicho esto añadió: Sígueme” (Jn 21,18-19).
Este final
jovial parece haber puesto término al duro pulso entre maestro y discípulo.
Pero la
testarudez de Pedro se resiste a desaparecer. Jesús le acaba de decir a Simón: “Sígueme”,
y ¿qué hace él? “Pedro, al volverse ...• (Jn 21,20). Incapaz de seguir a Jesús,
Simón Pedro se vuelve y ve «que lo seguía aquél discípulo a quien Jesús amaba”
(Jn 21,20).
Pedro,
el discípulo que había errado todo desde el primer momento, quiere ahora seguir
como seguro guía espiritual “al discípulo que Jesús amaba”, aquél que le estuvo
siempre cercano, en la cena, pero también en la cruz y que fue el primero que
lo reconoció resucitado.
Pero
Jesús no acepta ningún tipo de mediación entre sí y los discípulos, y renueva
la invitación a Simón: “Tú sígueme”, (Jn21,22).
Jesús
es el único a quien hay que seguir, porque sólo él conduce al Padre.
Cualquier
mediador entre Jesús y los hombres, por muy santo que sea, no haría otra cosa
que obstaculizar la plena comunicación entre el Señor y los suyos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario