7/31/2013

LOS HIJOS DEL TRUENO Lc 9,51-56). Para encararse con Jerusalén.



Jesús ha vivido situaciones de gran conflicto en su pueblo y en las ciudades que se han beneficiado de sus acciones. 

Se lamenta de la indiferencia de Galilea y experimenta el odio de Judea donde será asesinado. 

Únicamente es aceptado en la cismática Samaría. 

Por este motivo, los samaritanos son presentados en los evangelios de modo positivo, en contraposición a los galileos y los judíos. 

Jesús “vino a su casa y los suyos no lo acogieron” (Jn 1,11). Los judíos lo rechazan, pero los samaritanos están prontos para recibirlo: «le rogaron que se quedara con ellos” (Jn 4,40). 

Después de la predicación fallida en la sinagoga de Nazaret, Jesús “estaba sorprendido de su falta de fe” (Mc 6,6) y comentó entristecido que “sólo en su tierra, entre sus parientes y en su casa desprecian a un profeta" (Mc 6,4). 

Pero, si en Nazaret los Galileos no han creído en Jesús en Sicar “rnuchos de los samaritanos le dieron su adhesión” (Jn 4,39) y, en el episodio de la purificación de los diez leprosos, el único que lo agradece es el samaritano, que gana la admiración de Jesús por su fe.

Cuando Jesús manifiesta a los judíos el proyecto de Dios sobre la humanidad, éstos “trataban de matarlo, ya que ... llama a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios" (Jn 4,42). 

En el evangelio de Lucas la expresión «tener compasión", que se aplica en la Biblia únicamente a Dios, se encarna en la acción del samaritano que socorre al herido ignorado por el sacerdote (Lc 10,33). 

Sólamente en una ocasión los samaritanos son presentados negativamente, y es, precisamente, en un episodio que tiene por protagonistas a los hijos del Zebedeo. 

Escribe Lucas que “cuando iba llegando el tiempo de que se lo llevaran a lo alto, Jesús también resolvió ponerse en camino para encararse (lit. -endurecer el rostro … ) con Jerusalén .. (Lc 9,51). 

Para hacer comprender las intenciones de Jesús, el evangelista utiliza literalmente la expresión «endurecer su rostro .. . que, en la Biblia, indica una actitud hostil como preludio de un enfrentamiento con alguno. 

Cuando Yahvé anuncia la destrucción de Jerusalén dice: 

“Yo he endurecido mi rostro contra esta ciudad para mal “ (Jr 21,10), y al profeta Ezequiel Dios le pide: “Endurece tu rostro contra Jerusalén y habla contra sus santuarios” (Ez 21,7 LXX). 

Jesús está decidido a encararse a Jerusalén y sube al Templo para denunciar a las autoridades religiosas que han convertido la casa de Dios en una “cueva de ladrones” (Lc 19,46).

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