8/13/2013

LA RESURRECCIÓN DE LOS VIVOS (Jn 11,1-45). Lázaro.



Por “resurrección“ se entiende el paso definitivo de una vida mortal a otra indestructible (eterna) con la transformación del “cuerpo animal” en “cuerpo espiritual” (1 Cor 15,44). 

En los evangelios se narran tres resurrecciones obradas por Jesús. De éstas, dos son de personajes anónimos como el hijo de la viuda de Naín, episodio contenido solamente en el evangelio de Lucas (Lc 7,11-17). Y la hija del jefe de la sinagoga (Mt 9,18-26; Mc 5,21-43; Lc 8,40-56). 

El único resucitado que lleva nombre es Lázaro, cuya resurrección es contada en el evangelio de Juan (Jn 11,1-45). 

A estas resurrecciones individuales se añade una embarazosa resurrección colectiva narrada sólo en el evangelio de Mateo, que refiere que, apenas murió Jesús, “la tierra tembló, las rocas se rajaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron; después que él resucitó salieron de las tumbas, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos » (Mt 27,51-53). 

Es evidente que esta extraña descripción de muertos que resucitan en el momento en que Jesús muere y que, antes de salir de la tumba, esperan a que Cristo resucite, no se considera un hecho histórico, sino una verdad de fe. 

La resurrección de “muchos cuerpos de santos» es una imagen literaria con la que el evangelista indica que los efectos de la victoria de Cristo sobre la muerte se extienden también a cuantos murieron antes que él, porque “también se dio la buena noticia a los que han muerto » (1 Pe 4,6; 1 Cor 15,20). 

Dado que los individuos “resucitados » por Jesús han vuelto a morir después, la única verdadera resurrección es, por tanto, la de Cristo, el único que «resucitado de los muertos ya no muere más .. (Rom 6,9). Las otras resurrecciones narradas en los evangelios se consideran más enseñanzas relativas a la fe que episodios pertenecientes a la historia (de no ser así no podrían ser consideradas “resurrecciones “ , sino “reanimaciones» de cadáveres). 

Son los evangelistas quienes, a través de una serie de recursos literarios, dirigen al lector hacia una interpretación teológica y no histórica de cuanto es narrado por ellos. 

Es el caso de Lázaro, cuya resurrección es ambientada en Betania, la aldea a las puertas de Jerusalén donde éste habitaba con sus dos hermanas, María y Marta. 

Lázaro y sus hermanas son presentados como los que “Jesús amaba » , característica que distingue la relación del Señor con sus discípulos. En el drama que golpea a este núcleo familiar el evangelista representa la situación de una comunidad de discípulos que se encuentra de cara al trágico impacto de la muerte. 

Toda la narración de la resurrección de Lázaro tiende a mostrar cuáles son -en los que han dado su adhesión a Jesús-  los efectos de una vida capaz de vencer la muerte.

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