9/09/2013

EL AMIGO DEL CÉSAR (Jn 18,28-40; 19,1-16). Poncio Pilato.

                     En los veintidós años que fue emperador, Tiberio nombró sólo dos prefectos para Judea: Valerio Grato y Poncio Pilato, su sucesor. Para su justificación el emperador solía narrar esta historieta: "Un hombre herido yacía en tierra y un enjamre de moscas aleteaba sobre sus heridas. Un transeúnte tuvo piedad del pobrecito y, creyendo que era incapaz de alzar la mano por debilidad, se le acercó para espantarlas. Pero el herido le rogó que no lo hiciera; y cuando le preguntó por qué no trataba de librarse del mal que lo infestaba respondió: -Haríais peor si me las quitaseis. Ellas ya se han hartado de sangre y no tienen ni siquiera fuerzas para molestarme. Si viniesen otras con apetito fresco y famélicas, descompondrían mi débil cuerpo y me sobrevendría rápidamente la muerte" (Antigüedades 18,175).

                    Tiberio, que conocía bien la avidez de sus funcionarios, los comparaba a moscas ávidas de sangre, y a un cuerpo lleno de llagas le vienen mejor las moscas saciadas que las hambrientas.
                    Pero con Poncio Pilato se había equivocado.

                    Con el tiempo, la sed de sangre de este prefecto no se había aplacado, sino que había aumentado.

                     Definido por Filón como "hombre duro y obstinado" (De Legatione 38), Pilato tenía un único objetivo delante de sí, su carrera, y por ésta estaba dispuesto a sacrificar cualquier cosa.

                      Al tiempo de su servicio militar, iniciado de soldado raso, se debe su sobrenombre de pilato, derivado de pilum, dardo con el que se castigaba a los soldados para hacer respetar la disciplina.

                      Un salto en la escalada al poder lo dio Poncio Pilato gracias a su amistad con el prefecto Seano, el poderoso favorito de Tiberio ("estar entre sus íntimos era título de amistad con el César", Anales 6,8); de este modo consiguió gozar del ambicionado título honorífico de "amigo del César".

                      Pilato además trató de consolidar su proximidad al emperador casándose con Claudia Prócula, hija ilegítima de la mujer de Tiberio. Pero, a pesar del matrimonio, había seguido siendo del rango ecuestre (caballero). Al no ser miembro del senado, no podía aspirar al prestigioso cargo de legado (representando al emperador) y había terminado como prefecto en aquella asolada extensión de piedras que era Judea.

                      Desde hacía más de diez años, Pilato intentaba tener a raya una población obstinada y siempre amotinada.

                      Estando de mala gana en aquella tierra, sin otear ninguna misión de prestigio que lo llevase al senado de Roma, Pilato había realizado una serie de jugadas desafortunadas, que no hacían presagiar nada bueno para su futuro.

                      El prefecto no escondía el profundo desprecio que alimentaba en sus relaciones con los judíos y con sus tradiciones y ya, desde su llegada, comenzaron los incidentes.

                      Mientras sus predecesores habían evitado siempre que las tropas romanas exhibiesen en Jerusalén, la ciudad santa, los estandartes con la imagen del emperador, Pilato, despreciando el sentimiento religioso de los judíos, "fue el primero en introducir imágenes en Jerusalén" (Antigüedades 18,56), causando interminables protestas.

                    Otra protesta tuvo lugar cuando Pilato hizo colocar los escudos de oro con el nombre del emperador en el palacio real; y cuando, para construir el acueducto, llegó a cobrar dinero del tesoro del templo, respondió con una masacre a la inevitable reacción de los judíos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario