9/01/2013

UN CASO DESESPERADO (Lc 18,9-14; 19,1-10). Zaqueo.



Los recaudadores, que acudían a Juan para hacerse bautizar con la finalidad de obtener el perdón de los pecados, se esperaban que el Bautista les impondría cambiar de oficio. 

Por esto preguntaron: -Maestro, ¿qué tenemos que hacer? (Lc 3,12). Pero Juan respondió: “No exijáis más de lo que tenéis establecido”. 

La respuesta de Juan el Bautista es desconcertante, dado que el severo profeta acometía con palabras de fuego a las muchedumbres que acudían a él (“¡Camada de víboras! ¿Quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?», Lc 3,7), y las amenazaba con terribles imágenes (“todo árbol que no dé buen fruto será cortado y echado al fuego», Lc 3,9). 

Juan mantiene que, también pecadores, como eran considerados los recaudadores, pueden recibir el perdón de sus culpas, incluso continuando en el ejercicio de una actividad considerada pecaminosa. 

Esta inaudita "buena noticia» (Lc 3,18), anunciada por el Bautista al pueblo, será confirmada por Jesús, que enseñará que la comunión con Dios no depende de los méritos del hombre, sino de la acogida del amor de Aquél que es "bondadoso con los desagradecidos y malvados» (Lc 6,35).

No hay comentarios:

Publicar un comentario